Escuela de Mestizos

por **Admin** Miér Dic 28, 2016 12:30 am

Escuela de Mestizos

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Desde pequeño has sentido que eres diferente, que hay algo dentro de ti que no puedes controlar, una bestia, una fuerte criatura que controla tus instintos más básicos. Si es así, entonces no hay duda, eres un mestizo.
¿Que qué son los mestizos?
Son humanos, o al menos algo parecido, ya que un porcentaje de su ADN se ha mezclado con el de un animal salvaje. Esta anomalía sucede debido a una infección externa hacia el feto durante el periodo de gestación. Cuando su cuerpo aún no ha sido desarrollado, unas pequeñas bacterias llamadas Peculus silvertius modifican el crecimiento del ser vivo.
Afortunadamente no es una transformación definitiva, de hecho, muchos Mestizos desconocen su naturaleza hasta llegados los 7 años, ya que sus facciones animales suelen aparecer y solo parcialmente en momentos de estrés, ansiedad, nerviosismo, agresividad o emoción. La transformación completa sucede en contadas ocasiones, bien sea por un gran impacto psicológico o por un talento innato para la transformación.
Y es en esto segundo donde entra la Escuela de Mestizos, un Internado especializado en ese 2% de la población que posee esta variación. Aquí, se enseña a los jóvenes a controlar sus instintos y, con un poco de suerte, dominarlos, llegando muchos al punto de ser capaces de transformar su cuerpo a placer independientemente de sus emociones en el momento.

Escuela de Mestizos Escuela_by_happyadoptschan-dat7sq2

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Exterior:

Aulas:

Jardín:

Pasillos:

Habitaciones chicos:

Habitaciones chicas:

Baños(uno en cada habitación):

Cafetería/Salón de estar:

Escuela de Mestizos Horarios_by_happyadoptschan-dat7spo

8:00 - 9:00 Desayuno
9.00 - 14:00 Clase
14.00 - 15:00 Comida
15:00 - 17:00 Tiempo libre
17:00 - 19:00 Actividades del Club [A saber Natación, Jardinería, Música, Arte o Deporte]
19:00 - 21:00 Tiempo libre
21:00 - 22:00 Cena
22:00 - xxx Tiempo libre.

Escuela de Mestizos Alumnos_by_happyadoptschan-dat7sqe

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Spoiler:

por Phonica Miér Dic 28, 2016 3:14 am

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«Ya pasó un año...»

Frente a mi, el camino se dividía en dos direcciones opuestas. Rodeada por una selva tropical, divisaba en el horizonte el gran castillo —o mansión— al que asistiría nuevamente, luego de unas fugaces vacaciones en la casa de mi familia. El llamado Internado para Mestizos, ni más ni menos que una institución donde pasaría la mayor parte del año. ¿Por qué de mestizos? Pues...
Aferré mis garras a la cinta de mi morral, dando una mirada al cielo, recordando la época en la que se me tomaba por un fenómeno.

«—¡Miren a la rara! No deja de llorar en ese rincón —acusaba el niño con su índice señalándome—. ¡Sal de ahí, llorona! ¿Acaso eres una bebé?
—¡Esto te pasa por meterte con nosotros, niña!
—¡Déjenme en paz! —abracé mis piernas con fuerza, hundiendo mi rostro en ellas, ahogada entre lágrimas que no dejaban de caer.
—Vamos, mocosa. Tú te lo has buscado.
Uno de los niños sostenía su pelota de fútbol bastante descuidada.
—¿Ves esto? Arruinaste mi balón, monstruo.
—¡Yo no lo hice! —sollocé.
—¡Sí, eres un animal, sólo alguien como tú podría haberlo hecho!
Violentamente, tomó de mi cabello y tiró de él con fuerza. Luego, el escenario se tornó confuso. Gritos eufóricos, zarpazos, ropa desgarrada, sangre...
Sangre que no era mía.»

Me dirigí hacia la entrada a mi ritmo, observando la multitud de gente a mi alrededor. Mantenía una expresión ansiosa en mi rostro, buscando a aquella persona. No faltaba demasiado para el acto de apertura, los alumnos se dispersaban por los alrededores, y eso me ponía aún más nerviosa.

«¿Y Sheila? Vamos, muchacha. ¿Dónde estás?»

Me paré en puntas de pie, como si hacerlo ayudara de algo, y observé entre las diferentes cabezas de las personas que me rodeaban, intentando encontrar a mi mejor amiga.

«Vamos, no puede ser tan difícil»

Entre tropiezos y empujones, me fui escabullendo entre las personas, intentando encontrar a mi compañera. Colas, orejas, escamas... Ninguna pertenecía a ella.
En la Escuela de Mestizos asistíamos las personas marginadas, aquellos que no pertenecen a ningún grupo étnico, no por voluntad propia, sino por ser rechazados y excluidos de la sociedad. ¿Y yo? Bueno, no hace falta aclararlo. Yo era una rara más.
Y mi amiga también lo era, la desaparecida.

«¡Maldita sea, Sheila! ¿Dónde estás?»

Las tiras de mi morral comenzaban a agujerearse por el constante roce de mis afiladas uñas —y tan solo había pasado una hora de mi primer día—. Estaba a punto de entrar en una crisis nerviosa, agotada de estar en puntas de pie, sumado al estrés que me causaba el bullicioso de tal multitud de alumnos...
La desaparición de esta chica no parecía estar ayudando en lo absoluto.

por NorvenMalek Miér Dic 28, 2016 4:05 am

Escuela de Mestizos Sheila_by_happyadoptschan-dat7pq7

"¿Quién me obligó a mí a venir temprano?"

La chica se encontraba apoyada en uno de los marcos de las puertas viejas que llevaban a las aulas, mirando a todos con una expresión de puro desprecio, arrugando la nariz cada vez que alguno con cara rara pasaba.
La tortura que sufría en ese momento fue causada por querer ser puntual por una vez en su vida y llegar media hora antes de la apertura, todo era bonito hasta que los otros alumnos comenzaron a llegar y amontonarse en los pasillos, apretujándose, dejando a la pobre hiena asfixiada contra esa misma puerta.

"O Mía llega, o me muero entre perros, gatos y pájaros."

Miró al techo por un momento hasta que se decidió buscar entre todo el grupo de alumnos nerviosos y ansiosos. Estar en ese lugar la hacía sentirse aún más rarita de lo que ya sería entre todos los humanos, por muy contradictorio que fuera.

Tomó su mochila tranquilamente y empezó a empujar sin vergüenza alguna a todos sus compañeros para poder tener un poco más de lugar, y cuando por fin logró tener algo de espacio personal, gritó el nombre de su amiga, con más potencia que toda la charla mezclada entre los demás, logrando que se escuche.
Al final, vio una pequeña mano que se movía rápidamente de arriba a abajo, seguramente se trataba de su amiga saltando.

La muchacha soltó una pequeña risa gutural que tanto la caracterizaba, y volvió a empujar espaldas y pisar algunas colas para poder pasar entre todos, y acercarse a su tigresa preferida.

—Cualquiera pensaría que un tigre sería más grande...—comenzó hablando la hiena, tomando a su amiga de los hombros con una gran sonrisa— O por lo menos, un poco más intimidante.

Luego de recibir una mirada que expresaba alivio y molestia a la vez, la más alta se fijó en que todo el ruido del lugar se había calmado rápidamente, y todos miraban al final del pasillo.
Automáticamente supo que se trataba de la típica charla motivadora que dan al principio de cada año, y esperó en silencio a que dijeran los cursos y entregaran los horarios.

"Volvemos a ser raritos unidos en un mismo lugar... Tal cual Hogwarts, sí."

Ante su humor tan particular, sonrió sin preocupación y pasó un brazo por los hombros de su amiga, demostrando seguridad, y también apoyándose en ella porque tanto tiempo de pié cansa las piernas.

por **Admin** Miér Dic 28, 2016 5:06 am

Escuela de Mestizos Kyrion_by_happyadoptschan-dat7pqy

Gente, gente y más gente.

Como todos los años en la Escuela de Mestizos, el primer día era un verdadero alboroto en el cual centenares de adolescentes aparentemente ordinarios se amontonaban en los pequeños pasillos del viejo edificio donde los más desafortunados de la sociedad atendían a clases que consistían, entre otras cosas, en controlar sus deseos de despedazar a todo el que se les pasase por delante y aparearse como pecaminosos conejitos.

Quizás describirlo así es un poco exagerado.

Pero la cosa no se iba muy lejos, ciertamente el roído pasillo de aquel castillo escondido inteligentemente en un gran bosque estaba hasta los topes de pequeños y no tan pequeños estudiantes que buscaban a algún profesor o administrador que les guiaste hasta su clase. Evidentemente no todos los alumnos eran bestias asesinas y poderosas, otros tenían la suerte o la desgracia de pertenecer a una especie de animal tan débil que su presencia en aquella escuela resultaba hasta patética. ¿Por qué iba a necesitar una mariposa controlar su transformación? Al fin y al cabo no es como si pudiese dañar a nadie.

Kyrion se encontraba en su sexto año escolar y primero en el que tendría que ir a las clases para la sección adulta. A pesar de que la muchedumbre podía resultar verdaderamente estresante, el peliblanco caminaba con tranquilidad, observando con curiosidad a los alumnos que iban y venían, buscando caras viejas y descubriendo caras nuevas. Después de seis largos años viviendo en aquel lugar, que el primer día fuese una verdadera locura era algo que Kyrion tenía muy bien asimilado. Siendo sinceros, no podía evitar sentirse muy divertido mirando como los más pequeños acababan completamente aplastados por los mayores o se transformaban debido al estrés.
Tristemente nada podría superar su segundo año, en el cual un niño de 12 años se transformó en elefante y destruyó por completo el techo y dos aulas, sin contar los 8 niños que tuvieron que ser llevados al hospital, entre ellos el pequeño albino, que tenía solo 13 años. Se rompió dos costillas y tuvo varios moratones, pero lo mucho que se rió no se lo quita nadie.

Sonreía para sí mismo recordando los viejos tiempos cuando una tormenta andante le dio tal empujón que se golpeó el hombro contra la pared, no causándole mucho dolor, afortunadamente. Después de revisar el golpe, el peliblanco dirigió la mirada a la multitud, intentando buscar a la persona que le había golpeado y tomar una pequeña venganza. Fue realmente sencillo descubrir la ubicación de su objetivo, quien ahora descubría ser una muchacha algo más joven que él, quien parecía haberse cansado de esperar entre los alumnos y había decido avanzar a la fuerza, empujando y golpeando a todo aquel que se le pusiese por delante. Kyrion se mantuvo en silencio unos segundos antes de soltar una pequeña risa.

Menuda fiera...-Pensó con una sonrisa, antes de avanzar con seguridad hasta el lugar donde ahora estaba la joven, quien se encontraba ahora quieta, con su brazo sobre el cuerpo de una niña de aspecto mucho menor.

Sin pensárselo mucho el albino se colocó al lado de la chica, para luego, emulando la posición de la misma, colocar su brazo por encima del hombro de ésta, para a continuación dirigirle una mirada divertida.

-Vaya, vaya, pero si es el tornado andante.-Bromeó, para a continuación fingir una expresión severa.-Me has dado un buen golpe antes. ¿No pensabas disculparte?- Terminó, acabando , de nuevo, con una ancha sonrisa.

por Phonica Miér Dic 28, 2016 6:11 am

—¿A quién llamas enana? —alcé una ceja al notar a mi mejor amiga apoyada sobre mi—. No te encontraba por ningún lado, no desaparezcas así —bufé.

Menudo alboroto había armado Sheila, y pensar que yo me estaba conteniendo para no estallar y abalanzarme sobre todos, sofocándolos hasta que confesaran dónde habían ocultado a mi hiena favorita.
Sheila y yo habíamos pasado los últimos dos años juntas. Recuerdo la primera vez que tuvimos que formar grupo juntas, eran clases de Biología. El proyecto consistía en observar y analizar los fósiles de un invertebrado bastante exótico, y mi entonces "compañera desconocida" no tardó en colocarse parte del esqueleto en su cabeza, bromear con él y reír a carcajadas por su estupidez cometida. Se formó un silencio de tumba en todo el salón, y ninguno apartaba la vista de lo que la hiena hacía. "¿Estará loca?", posiblemente esos eran sus pensamientos. Ella los observaba, cesando lentamente la risa. Sin embargo, no tardé en prenderme en el chiste, e imitando lo que ella hacia con el fósil, coloqué parte de este en los orificios de mi nariz y comencé a reir con ella.
Desde entonces siempre estamos juntas, y simplemente me volví dependiente de ella. Me da ansiedad no tenerla cerca, pero claro, es imposible que yo admita eso.
O bueno, podría intentarlo...

—Sabes, Sheila, yo...

De pronto sentí como mi cuerpo se tornaba aún más pesado de lo que ya lo sentía. ¿Le había crecido la barriga? ¿Por qué pesaba tanto mi amiga? ¿Es la humedad? No, nada de eso. Un tercero estaba sobre mi chica.
Giré apenas mi cabeza y por lo poco que pude divisar del rostro de aquella persona, era su cabello blanco, su estatura de gigante y su sonrisa burlona.

«¿Y este? ¿Qué quiere con mi amiga?»

Fruncí el ceño antes de apretar fuertemente los puños, soportando el peso de ambas personas.

—Ejem... —aclaré mi garganta, con la intención de llamar la atención del chico—. ¿Podrías tener la amabilidad de solicitar su presencia en otro momento? Estás sofocándome, hola.

Como pasaba de mi, sin saber si no me había escuchado o simplemente me había ignorado, decidí dirigirme a mi mejor amiga.

—Sheila, dile algo —no recibí respuesta—. ¡Sheila, vamos, me están aplastando! —insistí enfadada.

por NorvenMalek Miér Dic 28, 2016 6:49 am

"¿Disculparme? Este huele perro, pero los perros no son así."

Miró en silencio al chico que tenía encima suyo, sin creerlo todavía.
Sheila no es de hablar mucho con sus compañeros, a excepción de la tigresa y de un buitre que va y viene entre curso y curso, entonces le sorprendía más de la cuenta ver a un perro iniciando una conversación con ella. En el momento en que el joven sonrió, ella se tensó y devolvió la sonrisa con amargura.
Escuchó de fondo a su amiga totalmente ofendida, pero la joven estaba más ocupada tratando de reconocer al de pelo blanco, que a simple vista era mayor que ellas, y tenía una vibra extraña la cual hacía que el pelaje de la hiena se pusiera de punta.

—¿"Tornado andante"? ¿Ya empezamos con apodos?—Las preguntas salieron acompañadas de una risa que venía desde el fondo de la garganta con ganas, y antes de volver a hablar se afirmó en sus piernas y dejó de aplastar a su pobre amiga— Yo creo que he empujado a otros mucho más fuerte que a ti, así que si yo fuera tú, me iría retirando sin quejas, perrito...

Ahora la risa se transformó en una fuerte carcajada cuando vio a su amiga totalmente ofendida, y casi matando al desconocido con sus ojos.
Con total naturaleza, sacó el brazo del "perro" de encima suyo, tomó a su tigresa de la mano y se la llevó mientras empujaba varios adolescentes que escuchaban atentamente las órdenes que se les daban.

"Mi linda tigresa me matará sin piedad si no presto atención a la charla... Medio tarde, eh."

Una vez encontró un buen lugar, se enfocó en los demás, para fijarse en los nuevos, y más que nada, asegurarse de que cierto perro blanco no estuviera cerca.
Ya segura de que no las habían seguido, escuchó atentamente las quejas de la más baja mientras recordaba las veces que estuvo en esa misma situación, donde la menor mostraba muchísima madurez, y la mayor solo se resignaba a escuchar y a asentir con tranquilidad.
A veces le fascinaba ver tanta inteligencia guardada en un cuerpo tan pequeño, pero luego recordaba que esa chica baja era capaz de transformarse en un tigre precioso y letal, lo cual le hacía entender varias cosas.

—Mía, ¿Conocías al perro?—Cuando su amiga terminó de hablar, ella saltó con esa duda que le quedó en la cabeza, pues con tan mala reputación en la escuela, casi nadie se le acercaba a hablarle a la hiena— Un rarito más, eh...—Dijo al final volviendo su vista al frente, soltando un suspiro.

Justo al hacer eso, vio como todos los demás comenzaron a dispersarse mientras las voces mezcladas volvían a hacerse fuertes; y como si se tratara de un engranaje atascado que vuelve a funcionar, la hiena simplemente parpadeó un par de veces hasta que comprendió que no había escuchado nada de la introducción que habían dado, lo cual no sería un problema si no fuera porque ahora ya no sabía donde tendría que reunirse con su curso.

—Hey, tu prestaste atención, ¿cierto?—Preguntó algo nerviosa, ya que no quería pasar entre todos los alumnos y preguntar una y otra vez donde se encontraba el aula de su año.

por InoriKuroki Miér Dic 28, 2016 8:22 pm

Narra Noé

¿Llegué tarde justo hoy?

En mi anterior escuela no la había pasado mal,tenía amigos,conocí a mi primer novia y la gente era bastante agradable,pero estos últimos años me sentía diferente,no podía controlar mi instinto de conejo,sí,conejo.
Mis padres se rieron cuando se enteraron,escucharon que varios mestizos eran bestias feroces como lobos,leones o tigres,pensaban que un animal tan inofensivo y adorable como un conejo no habría que darle importancia,¿Qué sería lo peor que podría pasar?,¿Empezar a morder cables o hacer ruidos?,yo también me lo preguntaba en ese entonces...pero era bastante más molesto de lo que pensaba,mi actitud y mis sentidos se volvían más agresivos,supongo.

Caminaba rápido,todavía estaba lejos de la entrada de la escuela,pero con semejante tamaño podía verse desde muy lejos.
Me sorprendía con lo que veía,quería acercarme a la gente,pero para no causar una mala impresión quedando como un metido,solamente observé,al parecer había "grupitos formados",que tenían apariencia de ser realmente peligrosos o de temperamento fuerte.Interrumpió mi observación el gran establecimiento al frente de mis ojos.

Es enorme,no sé donde tengo que ir

Mientras seguía a la multitud acercarse a un pasillo repleto de gente pensaba que debería dar lo mejor de mi para agradarles,no ser tímido ni estorbar a los demás,pero ¿Si alguien se entera que "mi animal feroz" es un simple conejo?,¿Si pensaban que soy un niño de primaria?,¿Si se burlan de mi ropa?,es muy tonto pensar en esto,soy solo un alumno de tantos,me hago mucho problemas por cosas insignificantes.Sin darme cuenta pisé a una chica de baja estatura que se encontraba hablando con otra chica,me miraba de una manera terrorífica mientras la gente se dispersaba por todos lados,aplastándome contra esa chica que tenía un morral destrozado,eso ya me daba bastante mala espina...

Muy bien Noé,que buena primera impresión

¡Perdón!,soy muy torpe,no fué mi intención-Le dije mientras bajaba la cabeza,a pesar de eso podía sentir como ella y su amiga me miraban fijamente

por Phonica Miér Dic 28, 2016 10:49 pm

Justo cuando estaba a punto de cometer homicidio, Sheila me tomó de la manó y me arrastró —hasta me atrevo a decirlo literalmente— con ella lejos. En el camino di un vistazo rápido a los profesores, que daban indicaciones a los alumnos sobre sus nuevos cursos y compañeros, las aulas a las que asistirían y los cambios a los que deberían adaptarse este nuevo año. No pude oír con detenimiento, pues cierta señorita impetuosa me lo impedía.

—Ya está bien, Shei. No tienes por qué correr tan rápido —reposé mis manos sobre mis rodillas, recuperando el aliento.

Por culpa de la irrupción ese tipo peliblanco, había pasado por alto mi propósito principal de todos los años —y el de todos en el día de la apertura, supongo—: escuchar el discurso del director.
Bueno, a quién engaño, a nadie le interesaba. Pero de alguna forma tenía que conocer el número de mi habitación, y el salón de mi curso.

Y algo que no me sorprendía era el desinterés al respecto por parte de mi mejor amiga.

—No, Sheila. ¿Cómo pretendías que escuchara? Por tus asuntos con el "perro" no he podido prestar atención —gruñí con histeria.

Observé atentamente a mi alrededor buscando a un adulto con el cual consultar mis dudas. Noté a varios docentes hablar entre ellos, y a un montón de alumnos dirigiéndose hacia las habitaciones.

«Supongo que deberíamos seguirlos»

Dando por hecho que la hiena me seguiría, me dirigí hacia la multitud de alumnos que subían por las escaleras, procurando no tropezar con nadie. Pero por supuesto, nadie además de mi tenía ese cuidado.
Recibí un pisotón por alguien que, debido al dolor que me causó, creí que se trataba de un elefante. Detuve la marcha, apreté los dientes y mis puños rogando que aquella persona ya hubiese desaparecido de mi vista. Desgraciadamente para él, el chico rubio permanecía ahí, asustado y pidiéndome disculpas.

«No tiene cara de elefante»

Lo analicé de los pies a la cabeza, definitivamente pinta de mastodonte no tenía. ¿O a lo mejor tendría un lado oculto? Quizás su personalidad era aparentar ser lo que no era, es decir... Un farsante.
Lo tomé fuertemente de su corbata y lo atraje hasta mi. Miré fijamente a sus ojos color esmeralda, los cuales parecían pedir socorro ante mi presencia. Acerqué mi rostro a su cuello, olfateando su aroma. Claramente no se trataba de un lobo, ni de un elefante. Era más similar al aroma de...

—Un conejo. ¿O liebre, quizás? No, por tu actitud tienes cara de ser doméstico —sonreí de lado, aún sin apartar la vista de sus ojos, mientras soltaba su corbata—. Lo dejaré pasar esta vez, sólo si me haces un favor a mi y a mi amiga. ¿Sabes dónde averiguar cuáles serán nuestras habitaciones? No hemos podido escuchar el discurso de hace un rato, y estamos algo perdidas —me crucé de brazos, esperando una respuesta.

por **Admin** Miér Dic 28, 2016 11:38 pm

Tras mi repentino acercamiento, la primera en reaccionar fue la pequeña muchachita sobre la que el tornado andante se había apoyado, quien me observó con una agresiva mirada y palabras poco agradables, pidiéndome que me apartase debido a que mi peso había acabado convirtiendo el apoyo de su amiga en una gran apisonadora que la estaba aplastando.
Ante sus palabras me quedé callado durante unos segundos, sin prestar mucha atención a lo que decía y fijándome más bien en su extraordinariamente escasa altura. Así que ahora los Oompa loompas también pueden ser mestizos...-Pensé con diversión, mordiéndome el labio para evitar formar una sonrisa que delatase mis pensamientos, por lo poco que había visto de aquella pequeñita no parecía ser una persona que se tomase muy bien las bromas, y apostaba a que las de su altura no eran precisamente sus favoritas.

La mayor no tardó en prestarme su atención, cosa que había sido mi intención desde un inicio, sin embargo, su mirada fue tan o más agradable que la de su amiga. A pesar de que mi comentario no parecía haber sido bien recibido, intenté relajar la situación sonriendo, esperando que las muchachas viesen que solo bromeaba, a lo que la pelinegra me respondió con otra sonrisa, siendo ésta bastante más amarga que la mía, para a continuación y finalmente responderme, comentando la velocidad con la que había dado los primeros apodos. Sin embargo lo más sorprendente no fueron sus palabras en sí, sino la risa con la que fueron acompañadas, que recordaba a un chillido repetitivo, casi cómico, verdaderamente ruidoso. Evidentemente no me hizo falta preguntar cual era su especie animal, solo había una criatura en esta flora y fauna del señor que podía producir tal encantador sonido.

-Una risa....adorable.-Murmuré por lo bajo, puesto que la chica se apuró en terminar su corto discurso explicando con tono amenazador cómo había golpeado a otros más fuertemente, razón por la cual, según ella, no podía quejarme.

"Perrito"

Sí, la chica me había llamado perrito sin ningún reparo y se había ido como el buen tornado andante que era sin siquiera darme tiempo a responder. Apreté los labios unos segundos, procesando lo que acababa de ocurrir, para luego soltar una sonora carcajada, fascinado por la respuesta de la joven hiena con risa de princesa.

Con que perro, ¿eh?-Pensé a la vez que esbozaba una sonrisa llena de interés.

-Guau...-Dije con tono burlón, casi provocador, buscando de nuevo a la pareja con la mirada entre la multitud, que ahora se mantenía en silencio, escuchando las palabras del director quien, como todos los años, nos indicaba donde estaban nuestras aulas y habitaciones y daba a entender que teníamos el resto del día libre, ya que las clases empezarían a partir del siguiente día laboral.
Suspiré, aburrido por aquella rutina anual que había perdido su chispa hacía ya mucho, me sabía cada uno de los secretos y rincones de la Escuela de memoria, incluso los más escondidos, ya me había encargado de explorarlo todo durante las horas de clase que me saltaba cada día. Si bien me gustaba aquel lugar y lo consideraba un hogar, toda experiencia que vivía allí me resultaba poco estimulante, quizás por esa misma razón, agudicé el olfato para encontrar el particular olor de la hiena y así reunirme de nuevo con ella. No es que tuviese como hobby ser despreciado e insultado, sin embargo, me divertían las reacciones de la gente cuando interactuaba con ella, especialmente si los sujetos eran personas de fácil enojo, y, sinceramente, la hiena tenía toda la pinta de ser alguien bastante susceptible. Mi fuente de entretenimiento perfecta, vaya.
Mientras caminaba hacia ella pude observar que su amiga-guardaespaldas Oompa Loompa se había esfumado. Durante unos segundos dudé seriamente si aquella muchachita había sido producto de mi imaginación, al fin y al cabo no sería la primera vez que mi mente me jugaba una mala pasada y terminaba hablando y riendo con una persona que finalmente no existía. Afortunadamente pude comprobar que aquel no era el caso cuando vi a la chica interactuando con un jovencito de rasgos aniñados y aura inofensiva. Me sentí aliviado, hacía bastantes años que no se me iba tanto la olla como para crear un personaje por completo para mi propio disfrute.
Cuando llegué finalmente a mi objetivo, no dudé en tomar un mechón de su oscuro cabello y enredarlo juguetonamente entre mis dedos mientras miraba hacia la misma dirección que la hiena, intentando descubrir qué era lo que tomaba su atención.

-Los perros son descendientes de los lobos.-Comenté, con un tono neutral.- Pero considero que los lobos somos seres un poco más sofisticados- Continué, para finalmente dirigir mi mirada hacia la joven y sonreír con suavidad.-Aunque si llamarme "perrito" va a hacer que escuche de nuevo esa risa de princesa entonces puedes decirmelo todos los días de mi vida.-Terminé, ladeando ligeramente la cabeza para darle un falsa inocencia a mis palabras de burla.

por InoriKuroki Jue Dic 29, 2016 12:15 am

Narra Noé
En un abrir y cerrar de ojos,esa de cabello castaño me agarró de la corbata y olió mi cuello,rápidamente descubrió que era un conejo,ella debe de ser un animal peligroso ya que a pesar de que me asuste fácil,nunca me quedo inmóvil,siempre salgo corriendo o hago un pobre intento por defenderme.

La verdad es que no quiero meterme con ella

Esta chica me sorprendió,no solo su belleza,ya que se atrevió a llamarme "doméstico" lo cual no soy y además de que "me la dejará pasar a cambio de un favor",quería que la ayude a buscar la habitación de ella y su amiga de pelo oscuro.La verdad que seguramente yo esté más perdido que ellas,ni siquiera sabía de que discurso estaba hablando,pero no quería empezar con el pie izquierdo,no me malinterpreten,yo no soy una persona que si se siente amenazada solo actúa haciendo lo que los demás quieren,pero tengo un presentimiento de que me arrepentiría si no hago lo que pide,así que tras quedarme unos segundos pensando,asentí con la cabeza.

Yo también estoy perdido,pero supongo que puedo ayudar-Dije mientras señalaba hacía la derecha donde vi un pequeño cartel que podría tener esa información

Ella me siguió sin decir nada,estaba un poco distraída jugando con su morral que estaba casi destruido.Recién notaba que su amiga se había ido,miré por curiosidad donde estaba y la encontré no muy lejos hablando con un chico de una blanca cabellera,algo intimidante,estaba pendiente de no cruzar miradas con él,quizás pensaba que buscaba algún conflicto...lo que menos necesitaba ahora mismo.

Habitaciones de mujeres y hombres,lista con habitación de cada estudiante cerca del aula 2-Leí en voz alta,y pude darme cuenta como se notaba que ninguno sabía cual era esa aula.

Seguimos caminando y caminando,ella se veía algo fastidiada,estaba perdiendo la paciencia al igual que yo,pero no decía nada.Cotidianamente haría un chiste o sacaría algún tema para hablar,pero sentía que si llegaba a decir algo,esta me insultaría.Justo cuando ambos perdíamos la esperanza,encontramos esa maldita lista con los nombres.Cada uno vió que habitación le correspondía,al parecer encontró rápido su nombre ya que apenas encontré el mio,ella se estaba yendo.

Me llamo Noé,no conejo doméstico,¿y tú?-Sin pensar le grité desde lejos,sonriendo

por NorvenMalek Jue Dic 29, 2016 12:42 am

En el momento que vio a su amiga caminar, la siguió de cerca sin protesta alguna hasta el comienzo de una escalera, también tuvo la oportunidad ver a su amiga enfrentando a un pobre roedor que la pisó, y ante tal espectáculo reprimió una risa, pues no quería interrumpir la gran conversación. Estaba a punto de volver a seguirla cuando ellos dos se estaban alejando pero la presencia de un indeseado la frenó.
La sonrisa y el buen humor se le fue en el segundo exacto que sintió a alguien a su lado, además de que el olor a perro era fuerte, y tal fue su sorpresa al ver al albino a su lado, jugueteando con su pelo, que su pelaje se erizó otra vez y se tensó en ese mismo lugar.

"Jodido perro, ¿No tiene pelotas que buscar?"

El comentario del albino sí que le hizo gracia, pues resultaba que no era un perrito blanco, pero sí un lobo, y como la primera vez que se lo encontró, le dedicó una sonrisa amarga ante la aclaración. Dicha sonrisa se ensanchó aún más cuando escuchó habló sobre su particular risa.

"Pues no, el perro no tiene pelotas."

Tratando de parecer tranquila, la hiena dio un paso atrás para que su contrario dejara de tocar su cabello, y precedió a mirarlo de arriba a abajo con desdén.
No es lo que esperaba de un lobo, siempre escuchó que eran bestias imponentes y respetables, pero este solo daba risa. Era raro.

-Los dos ladran, y mueven la colita con alegría, ¿no? Pues así, no tienen mucho de sofisticado, y te lo viene diciendo una hiena.-la sorna que había en su comentario fue opacada por una risotada burlesca-Creo que deberías bajar un poco tu ego, el que aúllen para la luna no los hace especiales.

Esta vez soltó una carcajada antes de retirarse otra vez para buscar a su tigresa, la cual, ya no estaba cerca y en un murmullo dejó escapar varios insultos dirigidos a su falta de suerte.
Trató de concentrarse en los pasillos, y se guió por su olfato, aunque la mayoría de los gatos tenían el mismo olor, Mía era algo diferente en ese aspecto.

"Estaba con el conejito, ¿dónde se supone que iría un tigre con un conejo?"

Pensando en ese mismo tema, se imaginó a su amiga comiéndose al pobre roedor, y una risotada suya se pudo escuchar por el pasillo, causando que varios la miraran.
Al final, la suerte se puso de su lado por una vez, encontró a los dos caminando con cara de perdidos, mirando todos los letreros de las aulas, y sin pensarlo dos veces, se les acercó por la espalda en silencio para luego tocarlos de golpe.
Ruidosa queda corto para describir el volumen de aquella carcajada que la hiena emitió ante la reacción del pobre chico, el cual miró aterrado a la más alta, casi como si fuera comérselo.
Un poco más fuerte el susto, y el pobre podría haber sufrido un ataque. Ya se veía venir todos los reproches de la tigresa, que ya la miraba con fastidio.

por Phonica Jue Dic 29, 2016 9:24 am

No había pasado mucho tiempo desde la última vez que me había paseado por los pasillos, pero he de admitir que el recorrido me puso algo nostálgica. Recordé la primera vez que fui transferida al internado, no conocía a nadie y no conocía el lugar. Mi temperamento era nueve veces peor que el actual —y no exagero—, y no dejaba que nadie se me acercara.
Bueno, hasta ahora eso no ha cambiado del todo, puesto que mi única amiga es Sheila y ya han pasado dos años desde que fui ingresada. Pero no la pasé mal, no tengo quejas en lo absoluto.

—¿Cuánto tiempo más estaremos dando vueltas? —me atreví a decir mientras seguía sus pasos.

El conejo no me contestó. Siguió caminando, seguramente estaba igual de fastidiado que yo o más, considerando que lo había obligado a conseguir la respuesta que buscaba. Posiblemente estuviera maldiciendo en su interior su mal augurio de tener que cruzarse conmigo en su primer día de clases.

«Bueno, quizás fui un poco brusca con él.»

Hundida en mis pensamientos, caminaba observando su nuca con interés.

«¿Por qué todavía no huyó de mi?»

Oportunidades tuvo y aún tiene, y considerando el tiempo justo en el que me encontraba, no me veía capaz de perseguirlo o hacerle daño. No soy un monstruo, después de todo.
Repentinamente frenó la marcha, por lo que choqué mi rostro contra él, más no emitió opinión. Lo cual me alegraba bastante, me hubiese molestado con él si se burlaba de mi torpeza.
Observé con detenimiento la gran lista al frente nuestro, donde estaban anotados por cursos el número de habitación de cada alumno, clasificados por orden alfabético y divididos por género. No tardé en encontrar el mío, un nombre bastante corto en comparación con los demás. Di un vistazo rápido al muchacho, aún seguía buscando su nombre, lo cual generó gran interés en mi. ¿Cómo se llamaría?
Pero sonaría tonto y desvergonzado de mi parte preguntarle, por lo que simplemente me retiré sin decir nada.
Lo que ocurrió a continuación fue lo último que esperaba de un día tan agitado como este. ¿Se estaba presentando? ¿Por qué me decía su nombre? ¿Por qué lo decía tan alto, frente a todos? ¿Me estaba hablando a mi? ¿Realmente se dirigía a mi?
Atónita, me giré lentamente para asegurarme que no me había hecho falsas ilusiones al respecto. Y efectivamente, el muchacho no estaba insultándome, ni suplicando piedad. Estaba preguntando mi nombre, con una sonrisa.
Me quedé paralizada observándole, con los ojos como plato. Dos años habían pasado y nadie además de Sheila se había interesado en mi. Regresé hasta él, repitiéndome en mi mente que estaba exagerando mi reacción, más no podía disimularlo.
Me sentía algo feliz.

—¿Qué? ¿Vas a acusarme con el director? Tú solito accediste a traerme hasta aquí, que conste que yo no te he dicho nada —y nuevamente el orgullo hablaba por mi. Aclaré mi garganta antes de responderle, desviando la mirada para ocultar mi vergüenza—. Soy Mía... Mía Lean. Segundo curso, 16 años. —di información adicional innecesariamente, más no pude evitarlo.

Era algo nuevo para mi.

«Noé.»

El susto que me llevé segundos después al ser sorprendida por mi mejor amiga no tiene palabras para ser descrito. No me había percatado de su ausencia, y mucho menos de su repentina aparición. Mi rostro cambió de colores como los de un camaleón. Primero empalideció, luego se tornó transparente, más el enfado y las ganas de asesinarla le regresaron su color rosáceo, rojo... Más rojo...
La hiena no dejaba de reir, a lo que le dediqué una mirada de enojo.

—¡Estúpida! ¡No me asustes así! —gruñí enfadada. No me atreví a dirigir la mirada de vuelta al muchacho, pues estaba realmente avergonzada—. Vámonos, ya tengo el número de nuestra habitación. Tenemos que retirar la llave —me alejé apretando los puños, pues estaba bastante molesta.

«Habitación 125, habitación 125...»

Cuando por fin la encontré, me adentré rápidamente a esta, dejando cuidadosamente mi morral a un lado de mi cama y sentándome en esta. Rocé con mis manos la suavidad de las sábanas que la cubrían, como si estuviera platicando con ella, diciéndole "Desde ahora voy a dormir contigo, llevémonos bien". Salté un par de veces sentada, poniendo a prueba sus resortes. Hasta el momento lucía ideal.
Separada por una mesa de luz se encontraba la cama de la hiena, y a un costado de esta, el escritorio. Me acerqué a él para echar un vistazo al cronograma que estaba encima de este, recordando que las clases comenzarían el día de mañana.

—¿Y? ¿Fuiste a ver al perro? —pregunté, sin despegar los ojos de la hoja—. Lucía enamorado. Dime que no se te confesó.

por InoriKuroki Vie Dic 30, 2016 12:17 am

Al decirle mi nombre y preguntarle el de ella,su expresión cambió a una de sorpresa,quizás de asco.Tal vez no fue una buena idea preguntárselo en medio de toda la gente que buscaba su habitación,es decir,no tengo la suficiente confianza con ella,no se veía muy a gusto conmigo a pesar que puede ser por la cantidad de tiempo que estuvimos perdidos,rezongando en silencio.

¿Cómo que acusarla con el director?Es verdad que yo accedí a llevarla,pero...

Me vi interrumpido en mis pensamientos al notar que estaba un poco avergonzada y sin dirigirme la mirada,recordándome cuando la pisé sin querer hace unos momentos.Se veía bastante tierna con esa expresión,pude notar..¿Un ligero sonrojo?,ella sabía que no le pregunté su nombre con la intención de mandarla con el director.

Mía... Mía Lean. Segundo curso, 16 años.

Un lindo nombre para una linda chica

Me sorprendía que ella fuera más grande que yo,no por su apariencia,digo,no sé,aunque solo sea un año no puedo dejar de quedar como un nene chiquito delante de todos.Además quisiera estar en su curso,no sólo para conocerla como compañera de clases,he escuchado que varios de la primera clase son bastante malos con los nuevos,como yo.
Sentí un ruido fuerte,no logré descifrar si era una risa o un grito,pero logré asustarme bastante,sintiendo escalofrios.

Ah,es su amiga

Apareció cerca de Mía,la verdad que no percaté de su presencia,estaba ocupado asustándome del ruido que hacía.Me dirigió la mirada y pudo observar el miedo en mis ojos,pero no buscaba intimidarme,solo reírse de mí,como todos los animales más fuertes que yo,o sea,todos.Mía también estaba asustada,un poco molesta,al ver a la chica de ojos amarillos se ignoró que yo seguía ahí,ya que se dirigían al lado contrario donde yo estaba,seguramente buscando su habitación.

por **Admin** Sáb Dic 31, 2016 3:21 am

Mi tacto no pareció gustarle demasiado, puesto que instantes después de que enredara su pelo entre mis dedos pude sentir como todo el cuerpo de la joven se ponía estirado y rígido como el hielo. Como era de esperar, no tardó demasiado en apartar su cuerpo del mío rápidamente y con una expresión de desprecio que me hubiese resultado hasta ofensiva si la hiena no se hubiese parado luego a observarme de arriba a abajo, analizándome con expresión dura.

-¿Quieres que mejore el paisaje quitándome la camiseta?-Pregunté con tono burlón, sin ser respondido por la muchacha que parecía verdaderamente concentrada en, probablemente, insultarme mentalmente de mil formas distintas.
Y sin más dilación, se dispuso a dejar la humillación mental para convertirla en humillación real, comparándo de nuevo el comportamiento de los perros y los lobos, probablemente intentando herirme, a pesar de que yo sentía un gran respeto y cariño por mis primos los perros debido a que la mayoría que había conocido eran muy buena gente y, dejando de lado su inquietante insistencia en olerme el trasero, los consideraba seres muy respetables, por lo que las puyas de la hiena me resultaban más atractivas que otra cosa. ¿Qué decir? Me gusta la gente dura de roer. ¿Masoquista? Es un término que se usa con mucha facilidad, si bien no negaba que la imagen de la jovencita asestándome latigazos me resultaba divertida y bizarramente sexy, tampoco es que estuviese entre mis hobbies que una chiquilla menuda que no sabía nada de mí se diese el lujo de juzgarme.

Hienas...

Me disponía a responder cuando la chica, cuyo nombre aún no había mencionado, soltó otra de sus sonoras y maravillosas carcajadas antes de poner pies en polvorosa y desaparecer de mi vista, sin darme, nuevamente, la oportunidad de devolver la ofensa.
Apreté los labios, fastidiado, era evidente que mi interés no era correspondido, sin embargo, que las dos veces que hubiese hablado con ella se escapase a la mínima de turno sin que me diese tiempo a presentarme me frustraba ligeramente, de nada servía intentar empezar una conversación entretenida si antes de poder interactuar uno de los dos emisores se iba dejando al otro plantado.
A todo esto, la gente del pasillo ya se había movilizado con sus respectivos amigos y compañeros, por lo que me había quedado completamente solo antes de darme cuenta. Suspiré, cansado de la constante monotonía que invadía aquella escuela a todas horas, para luego mirar hacia los lados, buscando algún entretenimiento nuevo, puesto que parecía que el asunto de la hiena había encontrado su punto final en aquella última conversación inacabada.
Finalmente decidí que, ya que no tenía nada que hacer, la mejor opción sería hacer las cosas bien y no hacer nada en absoluto, así que, con ambas manos en los bolsillos, salté por la primera ventana que encontré en el pasillo, cayendo sobre mis pies en el fresco césped del jardín que rodeaba el gran edificio. El lugar estaba completamente vacío si excluíamos la hermosa maleza y los diferentes insectos que hallaban allí su hogar, así que si se buscaba un sitio en el que descansar, este era el mejor con creces.
Así pues, busqué un árbol que hiciese una sombra agradable y me recosté debajo del mismo, dispuesto a darme una buena siesta y solo despertar cuando fuese hora de comer.

por NorvenMalek Sáb Dic 31, 2016 4:13 am

Lo último que escuchó antes de quedarse pensando fue a su amiga preguntándole por el chico que vio antes, el lobo. Simplemente no sabía qué decir, estaba algo avergonzada por lo descarada que fue, y en un principio él fue el que inició la conversación, cosa que a la hiena no le pasaba casi nunca.

En parte le gustaba no tener que soportar a sus compañeros, pero también le atraía la idea de estar en pura tranquilidad con alguien más que la tigresa en la mayor parte del día.
La razón por la cual nadie se le acercó a hablarle era porque era una hiena, y se notaba desde lejos. Los leones, tigres-a excepción de Mía-, zorros y todo tipo de animales, considerados peligrosos, no es que quisieran pasar mucho tiempo con un animal que robaba comida y emitía un sonido no muy atractivo.
Por el otro lado, la mayoría de los pájaros, roedores, gatos y perros no querían estar al lado de un individuo con un instinto de cazador impredecible.

Volvió a mirar a su amiga a los ojos, con una sonrisa para luego irse sin más.
Algo ya común en ella, pues iba y venía cuando se le daba la gana. Esta vez, el motivo era el perro blanco que dejó solo antes, tenía la necesidad de intentarlo de nuevo. Al menos, intentaría saber su nombre.

"Y... Nada... ¿A dónde habrá ido el perrito?"

La duda la carcomía por dentro mientras miraba a los lados en el lugar en donde lo había dejado.
Pasó trotando la mayoría de los pasillos hasta que se encontró con uno que daba con las habitaciones masculinas. Lo pensó, seriamente, pero su pequeña consciencia-que tenía la misma voz que Mía- la llevó a simplemente dejar esa idea tonta.

De tanto buscar la hiena ya se había rendido, y salió del establecimiento para admirar un poco todo el lugar.
Claro que el momento de descanso no duró mucho, ya que un olor particularmente familiar le llegó de golpe, y agradeciendo a sus padres por tener tal olfato, siguió ese rastro invisible que dejan todos.

-¡Hey, perrito!

El grito salió algo más fuerte de lo que habría esperado, y se acercó al joven lobo que estaba recostado.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, se dio cuenta de que estaba dormido... Eso, o simulaba estarlo, pues el oído de los caninos era muy bueno, y no había forma de que tal grito pasara por alto.

-Ah... Que perro más bonito.-comentó suavemente al tomar una rama y empezó a toquetearle la cara, embocando la mayoría de las estocadas en su nariz, todo reprimiendo una muy fuerte carcajada.

por **Admin** Miér Ene 04, 2017 12:07 am

Habían pasado escasos minutos desde que me había recostado bajo aquel árbol con la única intención de pasar una tarde apacible, sin embargo, no había sido capaz de entrar en sueño, puesto que por alguna razón los pensamientos que rondaban mi cabeza eran verdaderamente ruidosos, hasta el punto de no dejarme relajarme. Ni siquiera era capaz de seguirle el ritmo a todas las imágenes que pasaban por mi mente, pero pasaban como flashes y me resultaban verdaderamente molestas.
Entonces, y para mi sorpresa, fui capaz de escuchar la voz de la hiena llamándome algunos metros en la distancia, a lo que tuve que reprimir una ancha sonrisa que se formó por sí sola, estaba inevitablemente complacido. Fácilmente y gracias a su agudo olfato, la muchacha descubrió mi ubicación y se acercó hasta a hasta mi. Por mi parte me mantuve quieto y en silencio, forzando un semblante serio, esperando con curiosidad las próximas acciones de la chica, fingiendo estar dormido.
Inesperadamente, empecé a sentir como la punta seca de un palo chocaba contra mi nariz repetidas veces acompañada de un halago-burla de la hiena. Instintivamente sacudí la cabeza, para luego abrir los ojos y rápidamente apartarme del lugar, evitando recibir más golpes indeseados.
Una vez a salvo, sonreí con diversión, consciente de que mi mala actuación como persona dormida había sido fácilmente descifrada.

-Si querías tocar...-Dije con la mirada fija en la jovencita, aprovechando la situación para acariciar la zona de mi pecho con una de mis manos e ir descendiendo de manera provocativa.-Solo tenías que pedirlo. Terminé, dejando mi mano nuevamente sobre el suelo , encogiéndome de hombros a continuación.

La miré durante unos segundos, esta vez algo más serio, sin entender muy bien por qué razón había venido a verme teniendo en cuenta lo poco agradecida que había sido con mi compañía las dos veces anteriores. La cabeza de esa jovencita funcionaba de una manera muy curiosa, ¿quién la entendía? Ladeé la cabeza, confundido, para a continuación señalar el suelo, indicándole que se sentase a mi lado, aunque, visto lo visto, dudaba que cumpliese nada de lo que le pidiese.

-Aunque me halaga que me consideres un "perro bonito" y estoy completamente de acuerdo con que soy precioso, tengo nombre, ¿sabes?- Bromeé, esbozando de nuevo una sonrisa, esta vez más sincera.-Kyrion, a tu servicio.

por InoriKuroki Jue Ene 05, 2017 9:08 pm

Narra Noé

Debería ir a mi cuarto pero ni siquiera se si las habitaciones son individuales,en caso de que no lo sean,prefiero retrasar el encuentro con mi futuro compañero lo mas que pueda,¿Otro mas riéndose de mi?No,gracias.Mientras caminaba por los pasillos algunos por su olfato habían notado que soy un conejo,lo se por como me miraban:unos con gracia,otros con asco,algunos con enojo y pocos disimulaban.
Tenía una sensación extraña,no era miedo como sentí con Mía,era vergüenza.

Estoy exagerando un poco,yo no soy así,siempre fui positivo y amigable...Quizás debería empezar pensando que tendré la habitación sola para mi

Inconscientemente mientras pensaba,caminaba y recién me daba cuenta,estaba en la puerta del instituto,hace un rato ni sabia como llegar al aula 2.
No estaba tan lleno como antes,pero había gente.Como no sabia que hacer antes de la hora de comer,la cual tampoco sabia bien cual era,me decidí a dar una vuelta por donde estaban los arboles,bellos por donde los miraras que daban una gran sombra.Los minutos se me hacían bastante largos mientras caminaba,ademas de que constantemente se desataban mis zapatos.

¿Otra vez?,tengo que hacer un triple nudo-Mientras estaba agachado sentí algo en el hombro,era la mano de alguien,luego un susurro

Un conejo lindo....

Asustado,aparté el brazo del desconocido y salí corriendo,tan rápido que no sabia hacia donde me dirigía.Habían menos arboles que donde estaba hace unos momentos,nunca paré de correr,hasta que vi a 2 personas,en mi misma dirección,paré tan de repente que me caí para adelante,cayendo sobre el regazo de un tipo de pelo blanco...era con el que intenté no cruzar miradas en la mañana,volteé la vista lentamente y la amiga de Mía estaba ahí también

Hola..

por NorvenMalek Dom Ene 08, 2017 4:39 am

Una vez que el albino se alejara de su rama, la hiena sonrió tranquilamente y la clavó en la tierra con facilidad.
Lo miró en silencio mientras el mayor se burlaba pasando su mano por su pecho, cosa que la joven casi tomó como provocación.
En cuanto su expresión se hizo más serena, se dignó a hablar sin usar su tono burlesco por una vez.

-En realidad buscaba disculparme por como te traté antes... Pero por lo que puedo ver, no es que te afectara mucho.

El albino señaló el espacio junto a él, interpretándose como una invitación, a lo que la menor respondió con su impulso de seguir la contra, y solo se sentó delante de él con una sonrisa la cual ya parecía su sello personal.
Una vez su contrario habló de nuevo, con un aire a bromista, la hiena no hizo más que asentir al escuchar su nombre, pensando lo raro que sonaba.

"Kyrion... Un nombre raro para alguien diferente. Que buen trabajo hicieron sus padres."

-Pues yo soy Sheila, y no estoy a tu servicio, perrito.

Hubiera soltado una risa, pero la misma fue interrumpida por alguien más; la repentina llegada del roedor que había visto antes cortó la pequeña charla que estaban teniendo los dos más grandes.
Más rara se le hizo su llegada cuando el conejo soltó un mísero "hola" mientras estaba recostado en el regazo del albino.

-¿No estabas tú con mi tigresa?-la hiena rió mientras le devolvió el saludo con la mano, sin borrar su sonrisa- ¿Qué pasó, conejito?

Los observó por un corto momento y de repente le vinieron ganas de hablarle a su amiga, por lo que la buscaría en cuanto el conejo explicara por qué estaba tan asustado... O si no se explicaba rápidamente, solo se marcharía dejándolo con la palabra en la boca.

por InoriKuroki Lun Ene 16, 2017 2:16 am

Cerré los ojos por impulso,esperaba que me gritaran o en empujón violento de parte del albino,pero la china de pelo grisáceo para mi sorpresa me devolvió el saludo.Quizás si sean amables,pero entablar una amistad con una situación como esta es un poco extraño.
Me levanté de encima del regazo del chico lo más rápido que pude,no crucé miradas en ningún momento con él,estaba asustado,quería mirar el piso,mis cordones estaban desatados de nuevo.

-¿No estabas tú con mi tigresa?,¿Qué pasó, conejito?

Me sonrojé un poco por la pregunta acerca de Mía,no he tenido ningún rastro de ella desde que encontramos las habitaciones,pensé que estaría con ella,¿Qué estará haciendo?

Alguien me estaba persiguiendo y corrí sin tener cuidado por eso me tropecé,lo siento mucho.

Antes de que alguno de los dos pudiera responder agregué

Son una buena pareja en todo caso,no quería interrumpir su tiempo a solas

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